Un astillero con historia… y futuro, si lo hubieran dejado


En 1965, nació NUVASA en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, con 45.000 m² y capacidad para reparar hasta 13 barcos de 2.000 toneladas. En 1986, incluso sumaron un dique flotante alemán que les permitía trabajar con barcos de hasta 6.500 toneladas. Todo apuntaba a un futuro prometedor.


Cuando la política pesa más que el trabajo


Pese a tener carga de trabajo y clientes, a finales de los 80 empezaron los problemas. En 1989, el INI vendió Astican —su rival en Las Palmas— a capital privado, principalmente griego, pese a su imagen “canaria”. Desde entonces, el negocio naval empezó a girar en torno a un solo jugador en el archipiélago.


“Nos están obligando a cerrar”


En 1991, el propio consejero delegado de NUVASA lo dijo alto y claro: tenían trabajo, tenían proyecto… pero los estaban empujando al cierre por decisiones ajenas a su gestión.


De la venta a Inter-Burgo al cierre definitivo


Pese a intentar sobrevivir tras ser vendida a la surcoreana Inter-Burgo, la presión y las trabas fueron demasiado. En 2004, la Autoridad Portuaria recuperó la concesión y desmanteló el astillero para ampliar el muelle de contenedores. Aunque la empresa peleó para quedarse, la justicia le dio la razón al puerto… sin reconocer del todo sus derechos.


¿Y ahora? Menos competencia, menos industria, menos empleo


El cierre de NUVASA fue más que el final de un astillero. Fue la pérdida de una alternativa competitiva para Tenerife y una oportunidad industrial que nunca se recuperó. Desde entonces, el sector está concentrado en manos de uno, lo que ha lastrado el desarrollo económico y la creación de empleo en la isla.